miércoles, 11 de septiembre de 2013

Rezo por vos



Un día de lluvia me puse a hacer limpieza en los viejos roperos de la casa de mi mamá. Había objetos y recuerdos de los más diversos colores y tamaños: el moño de raso blanco que usé para mi primera comunión, el delantal de séptimo grado “autografiado” por todos mis compañeros, cartas de mi primer novio, medallas de natación, caracoles de alguna playa de Mar del Plata, un manual de la primaria (tenía las hojas amarillentas, perdidas en el olvido), y mi cuaderno de quinto grado. Lo abrí con una sonrisa a punto de aparecer y con cierta curiosidad. ¿Cómo era mi letra en ese momento? ¿Cómo se llamaba la maestra? ¿Qué colores usaba para dibujar? De mi maestra me acordé enseguida, y también reconocí de inmediato la letra cursiva con la que hace treinta años, escribíamos todos los chicos.
     Pero había algo más: una foto que claramente yo había recortado de alguna revista y que después había pegado en una de las páginas de mi cuaderno. 20 de abril, decía el encabezado. Y el pie: Rezando por la vida de nuestros soldados y el triunfo de nuestra Patria. En la imagen, un Galtieri con gesto circunspecto y la cabeza levemente inclinada hacia delante en actitud piadosa. Estaba arrodillado en un banco de alguna iglesia castrense, frente a una cruz sufrida que cobijaba ese vergonzoso delirio. 
     Vi la foto y sentí el golpe brusco de la ceguera de aquel momento. Y pensé en Gustavo, y en otros soldados también, y en sus temblorosos dieciocho años al borde de un precipicio oscuro y voraz.

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