Hoy mi calle amaneció
bajo una lluvia
de flores
de paraíso
y los autos,
adornados
como para una boda.
En los tilos
no hay ansias
de movimiento.
Sólo algún perro
con bríos
se anima a quebrar
la calma.
Ayer mi tierra
lloró las lágrimas
amargas
suaves
luminosas
de la gente
y hoy mi calle amaneció
bajo una lluvia
de flores
de paraíso.
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