A veces alguna tarde
la ciudad se confunde
y duerme
inventándose una siesta
Cree que es fulgor naranja
como el hábito
de un monje adorando
a Krishna en los parques
O que es ropa tendida
en las terrazas puro viento
O el silbido espeso
de una máquina de café
borracha en su elixir negro
La ciudad a veces
se confunde
no quiere despertarse
y busca el olvido
Pero las horas se escurren
como las gotas
en una clepsidra
y las marquesinas se entusiasman
encienden amores
furtivos o claros
las veredas se ilusionan
con un rocío leve
y un tren apura el paso
Y entonces la ciudad
por fin se endereza
estira los brazos
suelta sus modorras
Después de todo
ella es ciudad fiel
como una gata herida
y a media cuadra
en el umbral fresco
de aquella casa
su noche la espera
O quizás esté aquí
a la vuelta de mi esquina